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Un Nahual se llevó a mi sobrino - Relato de HORROR

El Vino de mi nueva Cava



Esta historia me fue relatada a través de un pequeño diario que encontré en una venta de garaje, al parecer las personas que lo vendían ni siquiera lo habían abierto, pues cuando llegué a casa después de comprarlo, algunas hojas estaban aún pegadas por una especie de liquido rojo, perversamente supongo que sangre.

Era un diario muy bonito, de una hechura bastante dedicada y preciosa, con hojas amarillentas, gruesas y granulosas, la piel del exterior estaba finamente trabajada, con detalles que sobresalían en forma de flores y hojas, en el lomo del libro se podía apenas discernir un nombre, posiblemente del autor del diario: Alfonso Duarte, Duque de San Miguel.

La hoja esta fechada con el día 24 de diciembre de 1615 y no es una historia que me dé precisamente gusto contar, pero lo haré, según el diario y cito:

Fue un Jueves 14 de Mayo 1615, en un pueblo que no puedo mencionar, por que la amenaza a la cual estamos sometidos no nos permite revelar la ubicación de aquel sitio.

Ese día, fue el día en que decidimos mi esposa y yo comprar aquel viejo castillo donde pasaríamos el resto de nuestras vidas, nuestro primer hijo ya estaba en camino, Lorenza tenia apenas algunas semanas de embarazo, según el medico, y pretendíamos que este castillo alojara nuestra descendencia por décadas o quizá, siglos.

Pasaron algunos días, después que nos mudamos, para que pudiéramos explorar aquel castillo, no era un castillo muy grande, 16 habitaciones, con 15 baños completos, 5 estudios, y 14 habitaciones para las personas del servicio.

Primero acomodamos nuestra habitación, y luego la de nuestro pequeño hijo, mi esposa, detallista como solo ella misma, decidió que se cambiarían algunas decoraciones del castillo, incluyendo las cortinas por unas azules, sabanas y cobertores también por otras azules, algunas mesas en los pasillos serían mas bien retiradas por que eran peligrosas para nuestro futuro hijo, también se pusieron puertas que impedían el acceso a las escaleras.

Después de algunos días de ajetreos interminables desde que el sol se asomaba hasta que se ocultaba, decidimos mandar traer una caja de vinos del centro del pueblo, pero una persona del servicio, nos comentó que aquel castillo contaba con su propia cava, ya que el dueño anterior del castillo se dedicaba a la producción de vinos.

Por tanto para probar parte de lo que ahora era nuestra propia selección de vinos, decidimos que subieran una botella de aquel vino.

Pedimos la cena al cuarto, un corte de carne, verduras y de postre crepas de durazno, por supuesto para beber teníamos el vino de nuestra cava.

El vino era sin duda delicioso, la comida, era también un manjar, la cocinera de turno era increíble, pero el vino, el vino se robó por completo la atención de aquella deliciosa cena.

Decidimos preguntar a la persona de servicio cuantos vinos teníamos en nuestra cava, no esperaba su respuesta y quede atónito, éramos dueños de nada más y nada menos que de 260 barriles de vino de 250 litros cada uno, mas aparte 1200 botellas que descasaban hermosamente en horizontal.

Teníamos vino prácticamente para toda una vida, mas de 63,000 litros de vino, seguro que nuestros hijos disfrutarían de el, tanto como nosotros.

Le pedimos a la persona de servicio que por favor nos llevara a la cava donde se guardaba todo el vino, nos llevó a la cocina, a través de una puerta al final de esta, bajamos por una angosta escalera, donde encendió una lampara de aceite, bajamos unos 30 escalones mas o menos, quitó candado a una enorme puerta de madera y nos dejó entrar a aquel edén vinícola.

Filas y filas de barriles y botellas, el olor a humedad no era desagradable, los barriles parecían ser de roble, seguro que de ahí el delicioso sabor y aroma de nuestro vino.

Como sabíamos que no podríamos tomarnos todo este vino nosotros solos, decidimos invitar a algunos amigos a comer, pero esta vez no quería una botella de vino, quería tomar yo mismo el vino algún barril y servirlo en una bella jarra de cristal.

Mis invitados se merecían lo mejor y al mejor anfitrión.

Así tuvimos muchas fiestas, donde todos y cada uno de los invitados quedaban fascinados por aquel extravagante vino.

Los meses pasaron, las fiestas eran cada vez mas murmuradas por el delicioso vino que servíamos, a tal grado que el castillo quedaba repleto de gente que acudía a mis fiestas solo para poder saborear el vino, todos tomábamos del vino, incluida mi esposa, quien en menor cantidad se permitía saborearlo, centenas de personas en ambos pisos se aglomeraban en cada reunión, a lo largo de 5 o 6 meses habremos dado una veintena de fiestas, todas y cada una llenando el castillo hasta reventar.

Mi esposa estaba ya a tal vez solo 1 mes o menos para dar a luz, asi que organizamos una fiesta para celebrar que pronto nacería mi primogénito, el heredero de todo cuanto poseo.

Cuando bajé a la cava para servir el vino, note que ya había bastantes barriles vacíos, al menos una decena, asi que me serví del siguiente barril que parecía lleno, llene 8 jarras y con ayuda subí de vuelta al salón, no sin antes ordenar al servicio que sacaran los barriles vacíos de la cava.

Las caras de horror que tenían todos a mi llegada fueron como un golpe a mi mirada, a lo lejos alcazaba a escuchar alaridos de dolor, miedo y angustia.

Era mi esposa, para encontrarla tuve que seguir además de los gritos, un camino de sangre que se pintaba por los pasillos hasta llegar a nuestra habitación.

Las sabanas y cobertores azules, hacían perfecto contraste con la roja sangre que emanaba de mi esposa con rapidez.

Mande traer a algún medico, el cual llegó en cuestión de 2 cuartos de hora, mi esposa carecía de color en su piel y apenas tenia vida en su mirada.

Le grité al medico que por favor la salvara, junto al bebé, pero después de examinarla, me dio 2 opciones, mi esposa o el bebé.

Con dolor, con mi corazón hecho pedazos, y por fortuna, enseguida sabrás por que, elegí a mi esposa, la mujer que más he amado en mi vida, con quien he tenido mis más grandes alegrías.

Cuando la escena roja llegaba a su final y el ser ajeno al cuerpo de mi esposa fue exitosamente sustraído, la mudez del medico me perturbaba, pues su rostro reflejaba un asco grotesco.

Su experiencia como medico no era suficiente para evitar el asombro por aquello que había sido excretado por mi esposa.

Una amorfa masa negra, con lo que parecían un par de pies y un par de manos, con apenas cabeza pero sin ningún ápice de algo que pudieras llamar rostro, aún asi se contorsionaba, entre mucosidad horrorosa de olor podrido y nauseabundo, como si quisiera escapar de las manos del medico, no podíamos determinar que era aquel pequeño inhumano ser.

La señora del servicio, con pena y duda, con voz temblorosa de miedo, tal vez a lo que pudiéramos decir, nos dijo que seguro era una maldición de algún demonio, que buscáramos ayuda de un sacerdote para deshacernos de aquella inmunda masa negra.

Mas que enfadarme, enfrenté la realidad y acepté la sugerencia de aquella amable señora.

De la cocina subió corriendo uno de los muchachos encargados de sacar las barricas del vino que estaban vacías, agitado me pidió que bajara a la cava, por que habían encontrado algo que sin dudas tenia que ver.

Bajé pensante, no podía quitarme de la cabeza la horripilante escena anterior.

Me pidieron que apresurara el paso, por que era una urgencia, de primera pensé que había sucedido algún accidente y que necesitaban de algún medico o que habían encontrado una especie de tesoro, no sé, muchas ideas rondaron mi cabeza en ese momento.

Antes de bajar las escaleras, me pidieron que me tapara la nariz y la boca con un trapo, por que el olor era insoportable, lo hice y bajé detrás de ellos, mientras bajábamos me comentaban que intentaron bajar los barriles vacíos, pero que por alguna razón desconocida les era imposible, eran muy pesados, asi que entre varios bajaron los barriles y una vez en el suelo, los abrieron para revisar.

Llegamos abajo y vi que tenían unos 10 barriles vacíos, más otros 5 que estaban llenos, el olor en efecto era despreciable, esto evitó que mi enojo por abrir 5 barriles nuevos se encendiera.

Al asomar dentro de los barriles, en todos y cada uno de los 15 barriles abiertos, habitaba una persona, un cadáver como acurrucado.

Esto, sin duda explica muchas cosas, tal vez entre ellas la anómala forma de mi inocente pequeño hijo, luego aun más estruendosa, una visión llegó a mi mente, un simple hecho, en aquella cava, aun quedaban 245 barriles y 1199 botellas más, de aquel delicioso vino.

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