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Un Nahual se llevó a mi sobrino - Relato de HORROR

La Sra. que rentó mi casa


Hace algunos años yo rentaba una parte de mi casa, prácticamente un apartamento completo, por que pues bueno, necesitaba ingresos extras, tenia una hija, mi marido nos había abandonado, y en mi trabajo yo no ganaba tan bien, entonces decidí rentar aquella parte de mi casa que no usaba,.


Muchas personas llegaron a verlo, pero nadie se decidía a rentarlo, por una u otra razón, que si era muy caro, que si le faltaba pintura, que si estaba lejos del centro, y mas cosas que la gente me comentaba.


Un día por la mañana, llegó una señora, Paula, con 2 pequeños, uno de unos 4 años, Jaime, y otro en brazos, Julian.


Me pidió ver el pequeño apartamento, lo revisó, y al final me dijo que lo iba a checar para ver si es que estaba dentro de sus posibilidades.


Como siempre pensé que ya no volvería, pero me equivoqué, algunos días después regresó, me dijo que aceptaba el departamento, firmamos el contrato, me dejó 2 meses de anticipo y el deposito de garantía.


Una semana después de eso, llegó con unas pocas cajas de cartón y un par de colchones, pero nadamas.


Algunos días mas tarde ya con mas confianza le pregunté, que por que traía tan pocas cosas, y que si podría aceptarme que yo le regalara mas ropa y un par de muebles con cajones que yo ya no usaba.


Me contó que su marido se había quedado sin empleo y que ella buscaba como ganarse la vida, vendiendo ropa usada y haciendo limpieza en casas ajenas, en lo que su esposo encontraba trabajo.


Me aceptó los muebles y muchas veces yo los invitaba a desayunar, su pequeño hijo, Jaime, era un niño muy tranquilo, no era travieso, ni grosero.


Asi pasaron algunas semanas, Paula salía a trabajar, se llevaba a Jaime con ella.


Una mañana que la invite a desayunar, subió pero estaba muy seria, la saludé, pero no me contestó, le pregunté que si todo estaba bien, pero no me miraba, solo miraba como al vacío.


Me preocupe y le pedí que se sentara en una silla de la cocina, pensé en llamar a un doctor que vive aquí cerca.


Estaba tomando el teléfono, cuando Paula levantó la mirada y me dijo:


“Elisa, el diablo se metió a mi casa”.


Yo todavía con preocupación, le dije “No, como crees, ¿por que dices eso?”.


Solo se puso de pie, salió de la cocina y se fue.


Vi que salió de la casa y bajé a asomarme a su departamento para ver si no había cometido alguna barbaridad.


Pero no encontré nada, sus cosas estaban ordenadas y no se veía nada fuera de lugar.


Esa noche, Paula no llegó, hasta la mañana siguiente.


Llegó como si nada, me saludo muy normal, como si el día anterior no me hubiese dicho lo que me dijo.


Le pregunté si todo estaba bien, que si lo que me había dicho ayer, era una broma o algo asi. 


Me contestó que no, que de verdad el diablo se había metido a su casa. Hasta con una sonrisa pintada en la boca me lo dijo.


Desde ese día y en adelante, Paula salía con una biblia en la mano e iba con ella a todas partes, muchas veces la veía a través de la ventana con una veladora por toda la casa mientras rezaba.


Un día de la nada comenzó a gritar de una manera horrible, por un momento pensé que su esposo la había golpeado o agredido, por lo que baje corriendo, pero no, cuando abrió la puerta no se veía golpeada ni que hubiera estado peleando ni nada similar, le pregunte si todo estaba bien y solo me dijo “Disculpa, me siento un poco mal”.


Otro de esos días, vi que Paula salió con Jaime y Julián, pero llevaba en mano una pequeña maleta. Ese mismo día por la tarde, escuché que Paula peleaba con su esposo, gritaban y azotaban cosas.


Al bajar para ver que todo estuviera bien, me encontré al esposo en la puerta con prisa, golpeado, arañado por todas partes, despeinado, hasta con un derrame en el ojo, entre lagrimas y desesperación me dijo: “Sra., Paula regaló al bebé, no me quiere decir a quien, voy a buscarlo” y salió corriendo, tardó horas, pero pudo averiguar a quien se lo había regalado y lo pidió de vuelta.


Al preguntarle al esposo que había pasado, me dijo que la vecina que lo aceptó, vio tan mal y tan desesperada a Paula, que aceptó al bebé con tal de protegerlo.


Días después, esa misma semana, me encontré a Paula con biblia en mano en la puerta de la casa y me dijo:


“Elisa, no te preocupes, fui con una santera, me leyó las cartas, me dio algunas hierbas y veladoras, me dijo que rezos tenia que hacer para que el diablo se vaya de mi casa”.


Yo asustada, pero con calma, le replique: “Paula no te metas en esas cosas, son peligrosas”.


Parece que de alguna manera, pude adivinar lo que iba a pasar…


Un domingo como a medio día, mi hija me pidió permiso para bajar a jugar con Jaime, obviamente me negué, no iba a dejar que le pasara algo a mi niña.


Sin embargo, como toda niña, mi hija se escapó y bajó a jugar con Jaime.


Lo note cuando escuché el grito de mi hija en el piso de abajo, bajé corriendo y encontré a mi niña en la puerta del otro apartamento llorando.


-“¿Que pasó mi amor?, ¿estas bien?”

Y la niña no me respondía, estaba temblando, la cargue y regrese a mi apartamento.


Allí le insistí en que me contara que pasó. A sus 7 años no lograba decirme que pasaba, algo la había asustado de sobre manera.


Cuando por fin me contó que es lo que había pasado:


-Jaime subió, toco la puerta y me dijo: “Andrea, vamos a jugar, anda, mira tengo muchos juguetes que me compro mi mami”, yo le dije que no podía, que no me dabas permiso, pero Jaime abrió la puerta y me enseñó los juguetes, lo seguí abajo y cuando abrió la puerta de su casa, un señor muy feo, con garras en las manos me dijo que pasara, yo me asusté mucho y grite.-


Obviamente, primero pensé que era el marido de Paula, pero no entendí a que se refería mi hija con que tenia garras en las manos, además de que el señor, ciertamente no era feo.


Asi que bajé a averiguar que es lo que había pasado, cuando toqué, me abrió Jaime, le pregunté por Paula o por su papá, pero me dijo que habían salido a hacer algunas compras, le pregunté por aquel hombre que dijo mi hija, pero no me contestó, solo agachó la cabeza y me dijo -“No se quiere ir”.


Grité para que me escuchara aquel hombre: “Voy a llamar a la policía si no te vas”.


Jaime, con la mirada aun en el suelo me contesta: “Nadie podrá sacarme de aquí” y me azota la puerta en la cara.


Escucho que mi hija grita en mi apartamento, subo corriendo, pero no puedo abrir la puerta, esta trabada, mi hija grita mas fuerte y con desesperación.


Empujo con mas fuerza la puerta, por fin se abre y mi hija corre a abrazarme.

”Mami el señor me quería llevar, no dejes que me lleve por favor”.


Me encerré en mi apartamento el resto del día.


Por la noche escuché que tocaron la puerta, pero no abrí, tenia pavor de abrir la puerta.


Escucho una voz desesperada que me dice: “Elisa, ábreme por favor, necesito que me ayudes, el diablo se metió a mi casa, fui a comprar unas velas, y algunas cosas para que se vaya, pero tengo miedo, ayúdame”.


Le grité desde donde estaba, que se fueran de mi casa, que no quería que volvieran jamás, que tomaran todas sus cosas y que se fueran.


Pero seguía tocando, cada vez mas insistente, mi hija comenzó a llorar de miedo y yo temblaba.


Siguió tocando la puerta por una media hora, hasta que por fin se quedó en silencio.


Me acerque a la puerta y con miedo me asome por la mirilla.


Allí estaba, Paula, mirándome fijamente, como si supiera que yo estaba mirando por aquel pequeño hueco en mi puerta, como si quisiera golpearme, con una mirada completamente fúrica.


Llamé a la policía y les dije que la señora a la que le renté, quería agredirme.


Llegaron como 1 hora mas tarde, en lo que llegaban, yo miraba por aquel hueco a ver que hacia Paula, pero solo se quedaba allí, como mirándome, una mirada espantosa como jamás había visto, como si en lugar de estar en su casa, el diablo estuviera dentro de ella.


Cuando tocaron el timbre, me asome de nuevo y ya no estaba, entonces baje, le abrí a la policía y fuimos al apartamento de Paula.


Toque, y salió, muy parsimoniosa: “Dígame oficial, que pasa”.


Le dije -“No te hagas pendeja, que estabas haciendo fuera de mi puerta, te quedaste allí mirando mi puerta mas de 1 hora”.


A lo que contestó que no, que estaba haciendo la comida y jugando con Jaime y su esposo, invitó al oficial a pasar a su casa para rectificar lo que decía.


Y si, tenia comida en la lumbre y un juego de mesa a medio terminar.


Le dije que necesitaba que se fuera ese mismo día, pero el oficial contesto que eso no se podía hacer, que mínimo esperara al día siguiente.


Entonces le dejé en claro a Paula que tenia que irse al siguiente día, sin opción.


El oficial se fue, subí, me encerré con mi hija en mi cuarto e intenté dormir.


No lograba conciliar el sueño, asi que prendí la televisión.


Cerca de la 1 de la madrugada, la televisión comenzó a parpadear de manera extraña, me levanté para intentar arreglarla o algo asi, pero alguien tocó la puerta, quede paralizada.


Obviamente no iba a abrir.


-“Elisa, soy Paula, discúlpame, no es mi intención asustarte, es el diablo que no quiere irse”.


Comencé a llorar, estaba teniendo un ataque de pánico.


-“Elisa, por favor, no me obligues a hacer cosas que no quiero hacer”.


Tocaba con mas fuerza y mas insistencia. Alcanzaba a escuchar un murmullo que hablaba al mismo tiempo que Paula.


-“Elisa, nos estas colmando la paciencia, por favor”.


Fui por el teléfono para llamar a la policía, pero el teléfono no funcionaba, no tenia línea y no podía llamar. Fui a la cocina por un cuchillo que era la única arma que tenia y me quedé en el pasillo paralizada.


-“Elisa, está apunto de entrar, y no lo puedes detener”. 


El murmullo no se escuchaba fuera de la puerta, venia de mi cuarto, de donde mi hija sale con paso lento:


-“Mami, ya es muy tarde, esta aquí”.


La puerta era golpeada con tal fuerza que parecía que la fuera a tirar.


-“Mami, te advertimos que iba a entrar, que lo dejaras entrar por las buenas”.


-“Elisa te lo advertí”.


Mi teléfono sonó, era mi madre, me había llamado por que por alguna razón sintió la necesidad de llamarme.


Todo se quedó en silencio. Lloré como nunca había llorado. 


Mi hija ya no estaba, la puerta ya no sonaba, me asome por la mirilla y Paula ya no estaba.


Le conté a grandes rasgos a mi madre que es lo que había pasado, mi hija estaba dormida en mi cuarto como si nada.


1 hora después de colgar el teléfono mi madre llegó a mi casa y enseguida la policía, entraron al apartamento de Paula, pero ya se habían ido, dejaron todas sus cosas, los muebles que les di, la ropa, los juguetes.


En una foto mi hija alcanzó a ver al señor que le había llamado antes, yo no alcanzaba a ver apenas nada, era una foto de la Familia de Paula, detrás de ellos, había una mancha, como una sombra, que con unas garras pareciera tomar a Paula por el hombro.


De Paula no se ha sabido nada más y ojala nunca más se sepa algo, hemos llegado a ver al esposo algunas veces, vive en la calle, se droga y es común verlo golpeado, en cuanto a los niños, pululan de casa en casa, entre vecinos, familiares y a veces con su padre, en la calle. Sus cosas las quemamos y por supuesto, no he rentado a nadie mas mi apartamento vacío.

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