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Te voy a contar esto, solo a ti, los psiquiatras me han preguntado ya muchas veces como fue, les he contado algunas cosas, pero no todo, seguro que vas a pasar esto en televisión, y solo por eso te contare todo…
Yo era una persona normal, como cualquier otra, era muy feliz junto a mi esposo, esperábamos nuestro primer bebe con ansias. Éramos muy felices a pesar de muchas cosas, algunas personas no estaban contentas con nuestro matrimonio, yo sabia que mi suegra no me quería, que la ex pareja de mi esposo estaba celosa y por mucho tiempo insistió en volver con el.
No te voy a mentir, se que ellas tienen todo que ver en esto, pero de tal manera que jamás por ningún medio, encontraría pruebas de lo que hicieron.
Poco después de que mi hijo naciera, comenzaron los malestares, los doctores del hospital comentaron que era normal, que podría estar sufriendo de depresión post parto, por tanto yo no me preocupe, me recetaron algunos medicamentos y todo parecía estar bien.
Conforme pasaron los días y las semanas, todo fue de mal en peor.
Por las noches tenia pesadillas, donde un señor se acercaba a mi, me tocaba el hombro y al oído me decía que pronto yo seria suya, que todo estaba listo para llevarme con el.
Otros días cuando estaba sola en casa, escuchaba el llanto de mi bebé, pero cuando iba a revisarlo, él dormía tan tranquilo en su cuna.
Muchas veces mi cuerpo se llenaba de terror y me quedaba paralizada, sin poder moverme.
Alcanzaba a escuchar algunas voces, que no comprendía que es lo que decían, pero me atormentaban, me hacían doler la cabeza en un nivel insoportable.
Tantas veces percibí el olor nauseabundo como de muerte dentro de mi casa, pero nadie mas que yo lo percibía.
Fui tantas veces al doctor, me decía que todo estaba bien, que necesitaba descansar, que estaba muy estresada, me receto pastillas para dormir.
Aquellos días en que me despertaba con un sabor a mierda en la boca, que por mas que le lavara los dientes no podía quitar, la comida me sabia como a papel, el agua no me quitaba la sed, al contrario, sentía como si quemara mi garganta.
Mi madre ya es una persona mayor, preocupada y con creencias inherentes a su edad, me dijo que alguien me había embrujado, que alguien me había hecho mal de alguna manera, que necesitaba una limpia o ir a la iglesia con un sacerdote.
Pero estaba cansada, ya para esos días no me quería ni levantar de mi cama, sudaba, tenia fiebre y vómitos constantes.
Aquel día comencé a sentirme mal muy temprano, la fiebre comenzó muy temprano y mi cuerpo temblaba, para el medio día estaba como desvanecida en mi cama, escuchaba las voces de nuevo, mi esposo estaba preocupado, salió a buscar al doctor, pues ya había tenido episodios como estos antes, el dolor era insoportable, sentía como si mi cabeza fuese a explotar, no lo soportaba.
Cuando mi esposo salió por aquella puerta, mi cuerpo se estremeció y comencé a sentir pesadez, perdí el control de mis brazos y mis piernas.
Me levante de donde estaba y camine hacia la cuna de mi hermoso bebé, yo no quería, pero mi cuerpo no me obedecía, como si algo me poseyera.
Levante a mi hijo entre mis brazos como para arrullarlo, pero tenia una extraña sensación, una sensación que no podía contener, mi visión se ensombrecía.
En ese momento yo podía percibir todo a mi alrededor, sabia que tenia a mi bebé en brazos y sabia lo que estaba a punto de hacer, pero no podía detenerme.
Comencé a morder el estomago de mi hijo, comencé a saborear el ferroso sabor de la sangre, lloraba, suplicaba a mi cuerpo detenerme pero no podía, el estruendoso llanto de mi pequeño hijo fracturaba algo en mis adentros.
Luchaba conmigo misma, luchaba con todas mis fuerzas por librar mis brazos, por dejar a mi bebé en su cuna.
A ratos se le iba el aire y se quedaba ahogado, yo rogaba por que todo terminara, pero a manera de burla yo veía todo como pasaba lento, sentía como el liquido rojo resbalaba por mis brazos tan lento que podía sentir el calor y como se escapaba.
Una voz que hacia eco en mi cabeza, se reía, se burlaba, me preguntaba que si ya estaba contenta, que si podría vivir en paz después de lo que estaba haciendo.
De un momento todo se quedo en silencio, los piecitos de mi bebé quedaron suaves, inertes, ya no luchaba, mi alma descanso por un momento pero mi corazón estaba hecho pedazos.
Para cuando mi esposo regreso con el doctor, todo había terminado, mi cuerpo fue liberado y por fin me respondía, abrace a mi hijo, le pedía perdón a gritos con todas mis fuerzas, hasta que la voz se me fue.
La gente dice que estoy loca, pero no es asi, algunas personas saben que pasó, saben de el mal que me hicieron, saben por que hice lo que hice.
Los doctores me repiten que el diablo no existe, pero yo lo vi, lo sentí dentro de mi, yo amaba a mi hijo, yo jamás le hubiera hecho daño.
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