Caminando con Martita

Recuerdo muy bien aquel día, trabajo en la tequilera a las afueras del pueblo, para llegar a mi casa tengo que cruzar el monte, por que si me voy por la carretera doy mucha vuelta, pero para llegar a mi pueblito tengo que cruzar la mina, el panteón y un maizal enorme.

Ese día salí a las 6 de la tarde, normalmente salgo a las 3, pero ese día habíamos tenido un problema con una destiladora, entonces me quede a revisarla junto con un compañero.

Cerca de la mina pasa un rio que surge desde un manantial como 1 kilometro arriba, y muchas personas bajan al rio a bañarse o a lavar su ropa.

Comenzó a oscurecer y yo apenas estaba llegando al rio, cuando iba bajando por el monte para cruzar el Rio, vi que estaba una señora aun lavando ropa.

Me acerque y vi que era un vecina:

Martita ve la hora que es, vámonos, te acompaño.

Me dio su canasta de ropa y nos fuimos caminando, subimos el cerro hasta el panteón y vimos que habían unos señores ahí nadamas parados, como esperando algo. 

Se nos hizo extraño pero no le dimos mayor importancia, seguro que eran algunos borrachitos o algo asi.

Seguimos caminando y platicando, de los hijos de martita, de como se le escaparon las vacas al caporal el otro día, de como se descompuso la destiladora y demás cosas.

Total que el camino se me hizo rapidísimo, cuando estábamos subiendo el ultimo tramo del cerro poco antes de llegar al Maizal, escuchamos como unos rezos, pero ya era de noche.

Le dije a martita que esos rezos se escuchaban tétricos, y me comento que ella también estaba asustada.

Nos fuimos mas a prisa y los rezos se escuchaban mas cerca, y cada vez mas cerca. Yo estaba temblando de miedo, no sabia que era eso que se escuchaba.

Le dije, sabes que martita, vamos a rezar nosotros, y comenzamos a rezar un padre nuestro.

Ahí íbamos rezando y caminando, cuando vemos que al frente de nosotros venia como una caravana y venia hacia nosotros.

Martita voltea y me dice “Ramon, tengo miedo, no dejes que me lleven”, mire la caravana y cuando busque a martita ya no estaba.

Cuando por fin me alcanzo la caravana, vi que al frente llevaban una foto de Martita y detrás un ataúd cargando.