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Un Nahual se llevó a mi sobrino - Relato de HORROR

Habia algo en la ventana del salón ~ Historia de horror



Cuando tenía 12 años, mis padres me llevaron en un internado religioso que está ubicado cerca de San Juan del Rio en Querétaro, donde me encerraron durante año y solo me visitaban los fines de semana y me dejaban volver a casa para vacaciones de verano y navidad, por desgracia para mí, era un internado religioso, para mayor desgracia en este caso de los padres y monjas yo era del tipo rebelde a la mala, en general no me gustaba hacer caso a nadie, ni a mayores, ni profesores, ni ningún tipo de personas, tal vez por esto mis padres decidieron internarme en aquel lugar.


En ese internado teníamos todas las asignaturas, español, Matemáticas, Geografía, Filosofía, Historia, teníamos también talleres de carpintería, electricidad, dibujo técnico, sastrería, y algunos más. 


En realidad, en aquel internado no había “profesores” propiamente dichos, eran los padres y las monjas quienes impartían clases todos los días, teníamos que acudir a misa todos los días, y también todos los días teníamos clase de religión.


En una ocasión durante una misa importante, lo recuerdo por que llevaron músicos como tipo barrocos, que la verdad no sé cómo se llamen, había mucho ruido, por tanto, la plática entre los alumnos se extendía sin ningún problema.


Una de esas charlas, trataba sobre el fantasma de una monja que se encontraba en los baños, que varios alumnos la habían visto rondar, o incluso la habían escuchado lamentarse.


Justo en ese momento una monja nos sorprendió y todos pegamos un salto por el susto, ya nos había escuchado, su intención era asustarnos y el lograrlo le saco una sonrisa del rostro.


Al final solo nos advirtió que no continuáramos con esos rumores porque nos meteríamos en problemas.


Días después durante una clase de filosofía, la monja nos llevó al patio, encendió una fogata y nos pidió que la rodeáramos de manera que quedáramos todos en circulo.


Paso frente a nosotros con un botecito que contenía unos papelitos doblados, nos pidió que cada uno sacáramos un papelito y que no lo abriéramos hasta que ella nos diera la indicación.


Ese día, al ser una actividad que no podía repetirse tantas veces, llevaron solo a 3 grupos, entonces realmente no podían vigilarnos a todos, por tanto, yo y otros 2 amigos nos fuimos.


En un principio pensamos en ir a los baños para ver si podíamos escuchar o ver a la monja, pero para ser sincero, nos dio mucho miedo y decidimos ir al otro patio, que estaba enfrente de los edificios de salones.


Al ser ya de noche, toda la gente estaba en los dormitorios, con excepción de los grupos que estaban en la actividad de la fogata.


De camino al otro patio, en el pasillo encontramos las máquinas de refrescos, compramos 1 cada 1, y nos sentamos a platicar en una roca que estaba en el límite del patio.


Desde allí vimos como la luz de un salón en el tercer piso se encendió, al mismo tiempo que una figura se posaba justo en la ventana, no estaba lejos, por lo que pudimos percatarnos que era una monja, para ser sincero la escuela no era muy grande, conocíamos a todas las monjas, y quien estaba allí asomada, jamás la habíamos visto.


Nos asustamos, y en un arrebato de juvenil estupidez, hice bolita mi hoja papel y se lo arrojé, el papel sin duda acertó, pero no le pegó, más bien a travesó.


En ese momento la figura de la monja desapareció y la luz empezó a parpadear.


Asustados corrimos, al llegar al pasillo donde habíamos comprado los refrescos, la luz se apagó, incluso la de las maquinas, sentimos como un aire gélido cruzo entre nuestros pies y gritamos asustados, la luz por fortuna volvió y en el pasillo nos alcanzó un padre.


Le contamos lo sucedido, y naturalmente nos regañó mientras argumentaba que la luz había tenido una falla, que por eso se había apagado, pero que realmente ya no había nadie en los salones, que seguramente estábamos drogados o algo similar, acto seguido nos encamino a la clase.


Al llegar con la monja que impartía la clase, nos preguntó dónde estábamos, le contamos lo que nos pasó, y dudosa nos replicó: “¿Chicos están seguros?, digo, porque los padres no están, fueron todos a seminario hoy por la mañana” …


A mis 25 años sigo preguntándome quien o que sería aquella monja, pero más me intriga quien o que fue aquel padre que nos salvó y quien pensándolo bien tampoco habíamos visto jamás, pero en ese momento por los nervios, no nos dimos cuenta.

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