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El conejo Negro - Relato de Horror




Días después de la muerte de mis 3 perros, mi mamá compró un conejo color negro que le vendieron en el mercado de mi pueblo. Cuando lo ví, sentí una energía bastante pesada, pero la verdad es que no le tome importancia.

Pasan los días y las cosas se ponen extrañas, mis zapatos y sandalias no están donde yo las dejé, le pregunto a los miembros de mi familia y me dicen que ellas no han entrado a mi habitación, vivo con puras mujeres, por cierto, mis 3 hermanas y mi mamá. 

Busqué por todas partes y encontré una de mis sandalias enterrada junto dónde enterré a mis perros, se me hizo un poco extraño, pero tampoco tome mucha importancia, aun así, me pregunto cómo es que mi sandalia llego hasta aquel lugar, respiro profundo y me tranquilizo, tomo lo sandalia y volteo, al girar, al conejo de mi mamá está mirándome fijamente desde la puerta que da al patio, sus ojos tenían un color rojo ladrillo y eso me asustó un poco, pero lo ignore al final.

Le comento a mi mamá que ese conejo me da mala espina, que párese ser un animal endemoniado, mi madre se ríe y me dice que no diga tonterías, que ya estoy grande para tener miedo a esos inofensivos animalitos. Pienso un poco y tal vez tiene razón, tal vez estoy exagerado.

Al día siguiente en la madrugada escucho en el patio de enfrente sonidos de vacas, caballos y gallinas, por mi cabeza pasó que tal vez algunos animales se escaparon de su dueño, cosa bastante común por dónde vivo, salí con una linterna para asustar a los animales ya que cuando se salen, suelen comerse las plantas de mi mamá, mi madre no es precisamente mayor, pero sufre de presión alta y cuando se enoja, se pone mal. 

Abro la puerta de enfrente y salgo, pero sorpresa, el patio está vacío y en silencio, alumbro con lo linterna, solo veo plantas, mi cerca intacta, por alguna razón que no comprendo aun, un escalofrío recorre todo lo cuerpo, se escucha un fuerte relincho de caballo en el patio trasero de mi casa, ¡atrás de mi casa!

Mi patio trasero está cercado con bardas de 4 metros de alto, era ilógico que un caballo pudiera entrar, me armo de valor y me dirijo al patio de atrás, abro la puerta bruscamente y lo que veo es, una mesa, sillas, y si, al maldito conejo negro en medio del patio, mi cuerpo empieza a temblar y estoy a punto de enloquecer, suelto la linterna y me siento en una de las sillas, trato de encontrar sentido a todo esto, me convenzo de que tal vez todo es un sueño, me tranquilizo, sabía que si le contaba esto a alguien todos me tomarían a loco, así que me calmé, me levanté y volví a la cama.

El día sábado, mi madre y mis hermanas fueron a una fiesta, me quedé solo en mi casa, mientras me estaba dando un baño después de trabajar, escucho un ladrido junto a mí, di un salto del susto y moví la cortina de baño y ahí estaba, ese bastardo conejo arriba de la taza del baño. 

Mi cabeza estaba a punto de explotar, ¿este conejo acaba de ladrar? 

Mi cabeza no dejaba de tener pensamientos aterradores, un maldito escalofrío recorre cada maldita célula de mi cuerpo. 

Le di una patada al conejo me puse un short y salí del baño lo más rápido posible, corrí hacia mi cuarto, pero siento un mareo, me detengo y veo que en el suelo hay una mancha, era sangre, ¿de quién es? Me pregunto.

Pensamientos de que tal vez una de mis hermanas o mi mamá estaba muerta o herida gravemente pasaron por mi cabeza, mis nervios estaban a punto de romperse, empiezo a temblar fuertemente, mis dientes empiezan a frotarse entre sí. 

Escucho algo gotear, miro por todas partes y no veo nada, volteo a ver mi muñeca y veo una gran herida en ella, muy profunda y mi sangre chorreaba fuertemente, mi vista se nubla del miedo.

Con mi otra mano, aprieto mi muñeca y detengo la hemorragia lo mejor que puedo, miro hacia el baño y el conejo ya no está, escucho un fuerte sonido en mi habitación y corro hacia allá, abro mi puerta y veo un animal grande con orejas largas, ojos rojos, colmillos grandes, amarillos y afilados, era un ser humanoide con una postura encorvada y patas muy grandes.

Me congelo al ver tal abominación, mi cabeza no podía procesar tal información tan horrible, ¿Cómo es posible que esto esté en mi casa?

Mis nervios se resquebrajan en mil pedazos y mi nariz empieza a sangrar, mi cuerpo empieza a temblar fuertemente cómo si un terremoto invadiera mi cuerpo.

Esa cosa me grita como si de una vestía de un cuento de terror se tratará. 

Mi cuerpo reacciona y salgo corriendo, me encierro en la cocina, tomo una cinta y envuelvo mi herida lo mejor posible, mi adrenalina alimentaba mi instinto de supervivencia.

Tomo un cuchillo y me escondo atrás de la puerta, esa bestia entra a la cocina, y le entierro el cuchillo en la espalda varias veces, me da un golpe y me estrello contra la mesa, esa cosa grita con sonidos de varios animales, me levanto y le parto una silla por la cabeza. 

Me entierra sus garras en una de mis piernas, grito de dolor y lo empiezo a golpear lo más fuerte que puedo en la cara, pero me muerde el pecho y arranca una parte mi piel y carne, ¿está cosa me está comiendo?

Entierro fuerte mis dedos en uno de sus ojos, y me suelta, el animal grita de dolor agarrándose el ojo, trato de recuperar el aliento, pero mi pierna está muy herida, mi pecho tiene el plexo solar casi al descubierto, mi adrenalina me da fuerza, me pongo de pie y tomo un martillo para carne, lo golpeó en la cara lo más fuerte que puedo, consigo noquearlo, lo miro a los ojos y me llega una visión, en ella veo como este maldito conejo mata a mis perros uno por uno, de una manera muy cruel y visceral.

Me lleno de rabia y lo empiezo a golpear varias veces en la cabeza con el martillo, para rematar entierro el cuchillo en su cuello.

Maldito conejo, no sé si voy a recuperarme de las heridas, siento como el alma sale de mi cuerpo en cada gota de sangre que brota de mi pecho, creo que ya viene alguien, escuche un auto estacionarse.

Caigo al suelo, y escucho las voces mi familia, por fin llegan, entran a casa, me ven en el suelo herido, mi mamá asustada corre hacia a mí.

¿Qué pasó?, Quien ye hizo esto?, me pregunta.

Con palabras balbuceantes y entre quejas, le cuento lo que pasó, mi mamá me ve con preocupación, ve mis heridas, pero algo en su rostro me inquieta.

Pide una ambulancia y eso es lo último que recuerdo.

Cuando desperté, lo hice en un hospital, aun me dolía todo el cuerpo, al momento que despierto, se acerca un doctor y me pregunta: “¿Recuerdas lo que paso?, ¿de qué conejo hablabas en la ambulancia?”.

Al contarle de nuevo todo como lo recuerdo, llama a mi madre y en voz baja escucho que dice: “Sra., es grave, él cree que fue verdad, muéstrele la foto para ver si vuelve en sí”.

Lo que mi madre me mostró, es obvio que no era real, no es como fueron las cosas, eso no es verdad, ¡No!, ¡No!, ¡NO!, ¿Como es eso posible?, lo veo, pero no lo creo.

Fue en ese momento, que note que estaba amarrado de manos y pies.

Mis lagrimas corren, mi piel se estremece, mis manos toman las sábanas como si quisiese arrancarlas, un lamento ahogado sale de mi garganta, mi cabeza no puede asimilarlo.

Por desgracia para mí la foto muestra un pequeño conejo de apenas unos 30cm, con el cráneo destrozado y un cuchillo clavado en el cuello, que casi lo partía por la mitad.

Mi nueva residencia ahora es un psiquiátrico, donde mi madre y un psicólogo me visitan cada semana.

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